«Anoche, mientras la radio emitía un vals, bailé con ella, que me miraba desde lo alto de la chimenea. Pero los tranquilizantes y los somníferos me dejaron la cabeza embotada; el paisaje nocturno y el retrato vacilaban. Lo más raro es que bailaba entre lágrimas, con los brazos ahuecados como si las sujetase de verdad.»
La muerte de la bien amada, Marc Bernard (2014, Errata Naturae).