«Preparar una maleta era igual de comprometido que urdir una ficción, soñar un libro o construir un universo poético. Uno sólo puede hacer algo bien obsesionándose con ello. Si no, resulta imposible. Cacería encarnizada de la página y la maleta, si no perfectas -eso es mucho decir-, sí al menos de una imperfección impecable; en ambos casos se trata de sentenciar -nada menos- qué salvas y qué condenas. Ante esto cualquier elección conlleva una responsabilidad y un peligro (…) Fabricar la maleta o la página tolerables se convierte en una búsqueda casi mítica, un poco como la del Santo Grial. Acertar o no acertar pasa a ser una tarea trascendente, casi inalcanzable. Uno inventa pasiones en una página porque las ha vivido antes o porque quiere vivirlas o para no tener que vivirlas.»
«Los horarios cambiados», en Técnicas de iluminación, de Eloy Tizón.
Tal vez sea así…
Estoy de acuerdo con el efecto de las obsesiones. A mí me ocurre a menudo. Suelo hacer las cosas con pasión y, cuando tengo muchas a la vez, necesito obsesionarme con algunas para sacarlas a flote de entre todas las pasiones.
Un problemón.