Bukowski es ese tío por el que los jóvenes aspirantes a escritor pierden la cabeza y por el que luego, con el tiempo, se acaba sintiendo una mezcla de repulsión y pena. Durante su vida, Charles Bukowski vivió, trabajó, robó, mintió, bebió, se emborrachó, folló, durmió, comió, escupió, paseó, odió, violó, timó, peleó y, al final, murió. En este intervalo de tiempo en el que estuvo vivo y hasta el día de su muerte, de la que ayer se cumplían veinte años, también aprovechó para dejar escritos un puñado de poemas, diversos relatos, alguna novela y una especie de autobiografía (si es que acaso el resto de escritos no lo eran).
“más bien supongo que nuestra muerte no importabasalvo por una cuestión de eliminación, un problema,como tirar la basura,y aunque he guardado las cartas del joven poeta,no creo lo que dicenpero, igual que hago conlas palmeras enfermasy las puestas de sol,a veces las miro”.
john dillinger y le chasseur maudit. Charles Bukowski.